El 14 de abril de 1931 fue proclamada la Segunda República Española. De ello hace 90 años. Vilanova i la Geltrú era entonces una ciudad muy diferente a la que conocemos ahora, con apenas 17.000 habitantes, en la que prácticamente todo el mundo se conocía, pero donde persistían graves desigualdades sociales y económicas. A continuación, vamos a hacer un viaje al pasado siguiendo el relato de los primeros capítulos del libro Crònica de la Guerra Civil a Vilanova i la Geltrú, publicado en el año 2000.
Industrias y huelgas violentas
Al inicio de la década de 1930, la ciudad tenía entonces una gran tradición industrial, con empresas como la Pirelli, Griffi, los talleres del ferrocarril y las fábricas textiles de la Rambla, Marqués o Font Vilaseca.
Debido a las penosas condiciones de trabajo y las circunstancias de la época, a menudo los obreros de las fábricas se enfrentaban con los patrones y sus hombres de confianza de manera radical y violenta. El sindicato Confederación Nacional del Trabajo (CNT), de orientación anarquista, era entonces la fuerza obrera más importante, con una afiliación mayoritaria.
De hecho, un conflicto laboral en la fábrica de cemento Griffi llevó a una huelga hacia el verano de 1930. Los dueños, sin embargo, decidieron contratar a otros empleados, los llamados esquiroles, para ocupar el puesto de los huelguistas y que la producción no se detuviera.

La situación era tan delicada que la Guardia Civil tenía que escoltar a los camiones que salían de la fábrica, por temor a que fueran atacados. En otras empresas de Vilanova también se vivían momentos delicados.
Un año antes, la bolsa de Wall Street en Nueva York se había hundido y el crack de 1929 había provocado una crisis económica mundial.
La huelga en la Griffi duró casi un año y los huelguistas sobrevivieron gracias a la ayuda solidaria de trabajadores de otras empresas.

Proclamación de la Segunda República
Todos aquellos hechos no pasaban desapercibidos para un chico inquieto que entonces hacía estudios de Comercio en los Escolapios, Joan Mestres.
“En aquel tiempo, aquí en Vilanova se vivía una situación muy conflictiva debido a la huelga de los cementos Griffi y a la falta de empleo en Pirelli y en las empresas del textil”, explicaba Joan Mestres.
“Esto llevó a una situación muy grave, que el mismo día 14 de abril de 1931 en la Plaça de la Vila y en la Plaça de les Neus hubo un enfrentamiento entre los huelguistas y los trabajadores esquiroles de la fábrica”. Otras fuentes sostienen que incluso pistoleros a sueldo de la empresa también participaron en las algaradas.
Dos días antes, el 12 de abril de 1931, se habían celebrado elecciones municipales. La primera consecuencia de estas primeras elecciones democráticas, celebradas tras la dictadura de Primo de Rivera, fue la proclamación de la Segunda República Española el día 14 de abril.
“A las diez y media de la mañana del lunes 13 de abril de 1931, el presidente del Consejo de Ministros, Juan Bautista Aznar-Cabañas, entraba en el Palacio de Oriente de Madrid. Preguntado por los periodistas sobre si habría crisis de gobierno, Aznar-Cabañas contestó: ‘¿Que si habrá crisis? ¿Qué más crisis desean ustedes que la de un país que se acuesta monárquico y se despierta republicano?”
Fuente: Wikipedia, “Segunda República Española”.
Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), el partido fundado por Francesc Macià, natural de Vilanova i la Geltrú, pasó a gobernar muchos ayuntamientos. Entre ellos el de Vilanova i la Geltrú (en coalición con Estat Català).
Otro vilanoví, Joan Ventosa i Roig, amigo de Francesc Macià, fue uno de los miembros fundadores de ERC. Ventosa, gran defensor y promotor del movimiento cooperativo, llegó a ser consejero de Economía y Agricultura de la Generalitat entre los años 1931 y 1934. Él y su familia residían en Vilanova i la Geltrú.
Su hija, Concepció Ventosa, recordó siempre su padre como un hombre consciente y consecuente con su forma de pensar: “Aquí fui a las escuelas nacionales, porque mi padre en esto era… Las cosas particulares no le parecían bien”.
“Y tuve la suerte de conocer compañeros y amigas de todas formas y de todas condiciones. Lo recuerdo como una gran riqueza. Yo fui a la escuela con dos niñas gitanas, gente que hacía años vivía aquí. Algo tan natural que a veces ahora me extraña cuando oigo hablar de fobias y este tipo de cosas”.

ERC, apenas constituida en la ciudad, heredaba la tradición política del Centre Republicà Federal, nombre con el que se conocía el local situado en el número 45 de la calle Sant Gervasi (la actual ubicación de la biblioteca municipal Joan Oliva).
Muy cerca, en el número 46 de la Rambla Principal (donde ahora se encuentra una tienda de ropa Massimo Dutti) estaba el local del Centre Autonomista, que representaba La Lliga Regionalista, la derecha catalanista, en la oposición municipal.
Con 19 años, Antoni Garí Corella pertenecía a las juventudes del Centre Republicà Federal. Su pasión eran los libros y colaboraba en la biblioteca del centro. “Vilanova i la Geltrú era en los años 30 un pueblo que, políticamente, estaba dominado por dos partidos, los dos fuertes. Uno era ERC y el otro La Lliga. Uno era de Francesc Macià y el otro de Francesc Cambó. De hecho, los dos partidos predominantes en Vilanova eran estos dos”.
Problemas de pobres y el primer divorcio en Vilanova
Además de ERC y La Lliga Regionalista, en Vilanova i la Geltrú existían otros partidos como el PSOE, que gozaba de apoyo entre los trabajadores de los talleres del ferrocarril. El líder del partido socialista en la ciudad era el abogado Miguel Soler Bastero, que a su vez era el administrador de la Oficina de Correos.
Joan Mestres, que ya había finalizado sus estudios de Comercio con 14 años, consiguió empleo trabajando para aquel hombre: “Él, representaba, que aquí le llamaban el abogado de los pobres, de modo que todos los problemas que había en Vilanova, de pobres, se resolvían en el juzgado, en el despacho del Soler Bastero”.
Los “problemas de pobres” eran, principalmente, los conflictos originados a raíz de la Ley de Contratos de Cultivo aprobada por el Parlament de Catalunya durante el primer bienio republicano. Se trataba de una de las primeras reformas sociales puestas en marcha durante la II República para hacer frente a los graves desequilibrios que el país aún arrastraba.
En este sentido, la nueva ley permitía a los arrendatarios el acceso a la propiedad de la tierra que cultivaban. Esto, sin embargo, creó numerosos problemas legales con los terratenientes y otros propietarios, problemas que a menudo era necesario dirimir en los despachos de los abogados y resolverlos en los tribunales.
Por el despacho de Soler Bastero también pasaron otros casos propiciados por las leyes reformistas de la II República: “El primer divorcio que se hizo en Vilanova se tramitó en el despacho del Soler Bastero. Un ferroviario se divorció de una chica que era la hija de un herrero. Fue el primer divorcio que se hizo en Vilanova i la Geltrú. Esto, hablo del año 1933″, recordaba Joan Mestres.

Catolicismo y anticlericalismo
Aquel divorcio pionero forjado en el despacho del abogado Soler Bastero fue ampliamente comentado por la gente de la calle, dado que -en la sociedad de gran tradición católica de principios de siglo XX- hechos como estos no pasaban en absoluto desapercibidos.
Entonces, mucha gente tenía por costumbre ir a misa al menos tres veces por semana, también numerosos jóvenes. En la ciudad ejercían quince curas, repartidos en tres parroquias: San Antoni, la Geltrú y Mar.
En aquella época, una buena parte de la juventud católica de Vilanova i la Geltrú se reunía alrededor de dos instituciones: la Congregación Mariana y la Federació de Joves Cristians de Catalunya.
La Federación, de talante más progresista que la Congregación, había nacido en 1931 y llegó a contar con 20.000 jóvenes inscritos en Cataluña. La premisa de este movimiento era “fidelidad a Cristo y fidelidad a Cataluña”.
Los fejocistas -así eran conocidos los miembros de la Federación- necesitaban un lugar para reunirse en Vilanova i la Geltrú y fueron a hablar con los socios del Círcol Catòlic, una de las numerosas entidades que formaban parte del tejido social de la ciudad en los años 30 del siglo pasado.
“Nos ayudaron, nos dejaron el local siempre que tuvimos que necesitarlo, porque vieron en la Federación algo que no se había visto nunca. Sobre todo la gran consigna que tuvo: catalanes y cristianos. Fidelidad a Cataluña y a su esencia como pueblo y fidelidad a la Iglesia Católica. Estos componentes fueron lo que le dio fuerza a la Federación: catalanes y cristianos”, explicaba Bonaventura Orriols, que de joven fue fejocista.
Los planteamientos de este movimiento cristiano eran, así pues, muy novedosos para su época. Algunos estudiosos creen que la Federación se anticipó a las directrices que 30 años después vendrían marcadas por el Concilio Vaticano II.
“La diferencia entre la Iglesia española y la catalana era esta, y quizás más tarde le habría seguido, pero la Iglesia catalana superó el integrismo funesto del siglo XIX por una Iglesia puesta al día. Y esto es histórico y es completamente comprobable”, indicaba Orriols.

El hecho es que la Iglesia tenía en aquellos momentos entusiastas seguidores pero también grandes detractores. El anticlericalismo estaba a la orden del día entre muchas organizaciones políticas de izquierdas y sindicales.
Según apuntaba Xavier García, que en los años 30 era otro joven que estudiaba Comercio en los Escolapios, la Federación “se quedó en una gran esperanza” y los fejocistas no dejaban de ser “una minoría que irrumpía en el seno de la Iglesia catalana”.
Pocos podían intuir entonces que aquellos odios y resentimientos anticlericales reventarían de manera brutal y sangrienta pocos años después, en julio de 1936. Tampoco entonces el joven Bonaventura Orriols no se podía ni imaginar que con 16 años llegaría a formar parte de un grupo clandestino que, en plena Guerra Civil, se encargaría de salvar curas y de organizar misas secretas.

Clases para niños ricos y clases para niños pobres
No es casualidad que tanto Xavier García, Bonaventura Orriols o Joan Mestres hubieran hecho estudios de Comercio. Para muchas familias de Vilanova i la Geltrú, enviar a sus hijos a esta escuela era una práctica generalizada en los años 30, al menos para los padres que se lo podían permitir.
De esta manera, los chicos salían del colegio con 14 años y con conocimientos suficientes para incorporarse al mundo laboral. Bonaventura Orriols tenía claro que “con seis hermanos en casa, había que trabajar. Pero me habría gustado hacer el bachillerato”.
Según ratifica Xavier García, la aspiración de muchos padres era que los hijos estudiaran Comercio y que luego se pudieran colocar en alguno de los bancos que había en la ciudad.
En cualquier caso, añade García, también los colegios reflejaban las desigualdades sociales de aquellos años. “Para que se vea la mentalidad de la época, resulta que en los Escolapios nosotros -que éramos los pobres- asistíamos a la clase de los ricos, como si dijéramos. Porque en el colegio había además las clases para los niños pobres: aquellos que en su casa no podían permitirse nada de nada… Que luego resultó que los chicos aquellos ocuparon los puestos que tenían que ocupar”.
El libro completo Crònica de la Guerra Civil a Vilanova i la Geltrú, escrito por Xavier Canalís y publicado en el año 2000, se puede leer gratis en internet en esta página web.